Esquizofrenia de occidente

Luz Marietta Gálvez Alarcón

Es Eugene Bleuler quien en 1908 utiliza por primera vez este término para hablar del trastorno que era conocido anteriormente como dementia praecox (demencia precoz). Palabra del griego: schivzo, división o escisión y phrenos mente, “Mente escindida”, refiriéndose a una falta de integración de diversos procesos psíquicos, como percepción, memoria, personalidad, pensamiento lógico.

Emmanuel Cruz, titula a esta obra “Esquizofrenia de occidente”, recrea esta escisión de la mente y la asocia con occidente, como si pensara que en este lado del mundo se produce la disociación de ideas y conductas, como una suerte de hipocresía vital (pensar en hacer algo, pero hacer otra cosa diferente de un modo más o menos premeditado). El pintor, parte de la realidad inmediata, salta a un segundo plano imaginativo y subjetivo, que opera creativamente sobre aquella realidad, confiriéndole una dimensión trascendente, tematizando la enfermedad para valerse de ella y protestar. Es su forma de ver y retratar a una sociedad enferma, inmersa en sus intereses y pasiones, y la plasma con crudeza.

Resulta evidente que el pintor es un gran dibujante, utiliza un trazo rápido y expresivo, usando tonalidades negras y blancas para contrastar, para que el color no le quite protagonismo y prevalezca la idea de oscuridad, esa oscuridad en la que se ha sumido la mente, esas voces calladas que cree escuchar dándole órdenes y le hacen presa de sus miedos, por eso va cayendo en las profundidades de su propio laberinto, ese que su personaje ha construido; cárcel de sus obsesiones y dependencias que muy bien retrata en los barrotes que le dibuja en el torso.

El pintor recrea su obra en dos aparentes fases, el antes y el ahora, el que era y el que es, la risa y el pánico, la libertad del dominio y la prisión del laberinto; ese estado del alma en el que se es y se deja de ser; da rienda suelta a su imaginación y retrata muy bien la huida de la psique de no se sabe qué, de no se sabe quién, con sus miedos, con sus delirios, voces inexistentes que pretenden dominarle, más por un instante parece darse cuenta que la llave de la cárcel en la que está encerrado la tiene solo él, y se ha valido del arte como un instrumento de búsqueda para su libertad interior.

“La pintura es una parte de la conciencia social, un fragmento del espejo en el cual las generaciones se contemplan una y otra vez, y como tal, debe seguir a la sociedad paso a paso”. (Castagnary).

Mi enhorabuena al pintor.

*Texto publicado originalmente en la página https://www.artistasdelatierra.com/criticos/Marite/criticaarte-3788.html